Hubo una vez en la que estaba pasando por el breakup más difícil de mi vida. Habían pasado apenas un par de días del suceso, mismos que llevaba sin comer y en los que había logrado dormir escasas horas. Tenía apenas tres semanas de haberme mudado al DF y había quedado de verme con una de mis personas favoritas para desayunar.
Fuimos a un dinner en la Roma, que a veces aún frecuento por sus bisquets y porque te puedes quedar horas leyendo sin que nadie de moleste. Cuando llegué le conté a mi amiga lo que me estaba pasando con todas la frustración, enojo, tristeza y desolación que en ese momento me carcomía. Mi amiga me dijo: sácalo, escribe mil canciones, deja que todo eso salga de ahí. Lo hice, más ese disco para infortunia de algunos se quedó enlatado.
Corte a tres años después, mi amiga hace un evento para compatir su nuevo disco con amigos, hablar de sus canciones y del proceso para llegar ahí, un disco escrito desde un lugar distinto y que muestra una cara más profunda, más íntima de esta mujer trementadamente reconocida por su estilo.
Cual es mi sorpresa que al saludarla y felicitarla por su trabajo, me echa una mirada de estar aguantándose algo y me dice que tiene un secreto, y me confiesa que una de las canciones del disco está inspirada en todo lo que le conté aquel día. Los sentimientos, lugares tan comunes, ahora mis sentimientos, expuestos mediante el arte de persona que hace que parezca tan sencillo poder hablar estas cosas, la mujer que sigue haciendo disfrutable compartir el dolor...
Gracias, chula.