to fear no more

Me di cuenta de que tienen miedo. Y no puedo dejar de preguntarme por qué un poco más de lo que pregunto a qué.

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Tal vez, sólo es que de alguna forma los entiendo. No lo creo justo, más lo entiendo. Aunque después de todo, dónde está la línea que hace que la justicia comulgue para todos los sentidos.

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Cierro los ojos a ratos, con el propósito de imaginarme cerca y decirles que no hay que temer, que todo está bien, que no tiene por qué ser de otro modo. Pero me detengo, me detengo y los observo. Los observo y me quedo sin razones para cuestionarles nada.
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Y mientras las débiles notas de esos violines anuncian la cancelación de lo que podría ser un final que jamás se vio venir, nos sentamos y esperamos; esperamos la llegada de la noche en la que ya no tendrán miedo.
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Eso pasa cuando arrancan las estrellas más bonitas para hacer collares que no planean ser usados. Eso pasa cuando el verde se diluye en el rojo, en el interior de esas copas que sostienen las manos de aquellos encerrados en el hastío de beber colores.