Post largo egocentrista con doble carga de egolatría
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El lunes tuve miedo, en otras ocasiones ha sido más fuerte, a causa de cosas más importantes, y con posibilidades de solución más reducidas, no podría decir que esta vez fue algo distinto, porque siempre es distinto, estamos compuestos de experiencias particulares, el punto es que por un momento pensé que si bien no era forma de ponerle fin, de lo único que tenía ganas era de salir, de tomar el carro e irme, sin dar explicaciones, sin justificarme, porque no tengo que hacerlo, pero no pude, esta vez no pude.
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Y de repente me supe grande sintiéndome tan pequeña. Quería llorar, no quería moverme, porque sabía que si apartaba los ojos del monitor de la infame computadora, iba a llorar y descubrirme perdida en el lugar en el que me esforzaba por no aparentar estarlo. Pero me sentía mal, y me dolía más el hecho de no saberme libre de escapar, cómo cualquiera lo haría. Porque era una niña que no pedía ayuda, que sólo deseaba silencio, el tipo de silencio que no se produce entre los sonidos de ser grande.
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De niña recuerdo haber tenido siempre más responsabilidades que mis amigos, y era así porque lo quería, porque había muchas cosas que me importaban y trajeron como consecuencia el que tuviera que crecer muy rápido, y ser más madura y conciente que el resto de los chicos que me rodeaban. Nunca me quejé de las situaciones sucitadas en mi infancia, porque las entendía, porque eran parte de mi vida, porque no me atrevía a romper el equilibrio con una respuesta que pudiera hacer que todo perdiera sentido.
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Y esa actitud prevaleció a través del tiempo. A veces me molesta tanto estar en donde debo y dejar que me enseñen que cada uno de mis movimientos es pieza clave para que el planeta gire, cuando por un segundo, por un efímero segundo, mi profunda necesidad me invita a desprenderme, aprender que soy mi único dueño y que me está permitido llorar y tener miedo, que yo no pedí la responsabilidad de dar motivos para que el mundo esté orgulloso de la persona en la me he convertido.
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El lunes tuve miedo, en otras ocasiones ha sido más fuerte, a causa de cosas más importantes, y con posibilidades de solución más reducidas, no podría decir que esta vez fue algo distinto, porque siempre es distinto, estamos compuestos de experiencias particulares, el punto es que por un momento pensé que si bien no era forma de ponerle fin, de lo único que tenía ganas era de salir, de tomar el carro e irme, sin dar explicaciones, sin justificarme, porque no tengo que hacerlo, pero no pude, esta vez no pude.
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Y de repente me supe grande sintiéndome tan pequeña. Quería llorar, no quería moverme, porque sabía que si apartaba los ojos del monitor de la infame computadora, iba a llorar y descubrirme perdida en el lugar en el que me esforzaba por no aparentar estarlo. Pero me sentía mal, y me dolía más el hecho de no saberme libre de escapar, cómo cualquiera lo haría. Porque era una niña que no pedía ayuda, que sólo deseaba silencio, el tipo de silencio que no se produce entre los sonidos de ser grande.
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De niña recuerdo haber tenido siempre más responsabilidades que mis amigos, y era así porque lo quería, porque había muchas cosas que me importaban y trajeron como consecuencia el que tuviera que crecer muy rápido, y ser más madura y conciente que el resto de los chicos que me rodeaban. Nunca me quejé de las situaciones sucitadas en mi infancia, porque las entendía, porque eran parte de mi vida, porque no me atrevía a romper el equilibrio con una respuesta que pudiera hacer que todo perdiera sentido.
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Y esa actitud prevaleció a través del tiempo. A veces me molesta tanto estar en donde debo y dejar que me enseñen que cada uno de mis movimientos es pieza clave para que el planeta gire, cuando por un segundo, por un efímero segundo, mi profunda necesidad me invita a desprenderme, aprender que soy mi único dueño y que me está permitido llorar y tener miedo, que yo no pedí la responsabilidad de dar motivos para que el mundo esté orgulloso de la persona en la me he convertido.
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No pude huir porque no quise, porque no autoricé la capacidad de evaluar mis prioridades y decir al demonio como tantas otras veces, porque preferí saturar mi cabeza de pendientes y trivialidades para archivar a manera de error los pensamientos que dan explicación a mis sentimientos, porque el entendimiento no transforma por si solo la emoción, sólo te pone frente a ese espejo en el que te notas algo estúpido por dejar que duela, el resto, eso depende de ti.
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Tal vez hoy lo haga, pero no siempre estoy ni estaré disponible para salvar al mundo. A veces yo jugaré el papel de la niña pequeña que necesita que la rescates.
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Si leíste hasta aquí,
Si leíste hasta aquí,
sabrás que soy mejor persona por haberte conocido.
No vine con la intención de cambiar tu vida,
pero agradezco que me permitas hacerlo
4 comentarios:
Any help you need, you know you can count on me, you're welcome at my place any day/night you'll please... Cause you know, I might feel almost the same as you right know... We can fix our pains, and find the cures to fight those mysterious feelings :'(
lei el titulo y me empezo a sangrar la frente, orita ke lo lea vuelvo a comentar
ok, ya lo lei, pero en realidad no es mas facil ser niño ke adulto, recuerda la cancion de Jordy :P
Si en algo ayuda... me gustó mucho tu post ^_^. Aunque seguro no lo redactaste para que le gustara a la gente... y eso es lo que lo hace bueno.
Confío en que serás rescatada pronto. :)
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