lunes, abril 23, 2007

Y que pasa lo inevitable

Y que el sábado, buscando actividades recreativas gratis, nos lanzamos al parque de jardines a estar como el chinito, nomás milando, para darnos cuenta de que tarde o temprano termina pasando lo (casi) inevitable.
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Para mis múltiples lectores (sarcasmo) fuera de esta bella metrópoli (jaja, no fue sarcasmo), permítanme darles a conocer un poco acerca de este lugar que con los años volvióse si bien no un icono, al menos un sitio clave de reunión.
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Desconozco cómo o cuándo empezó, si alguien lo sabe estaría bien tener el dato; el caso es que desde que recuerdo, el parque de la colonia Jardines del Valle, durante los fines de semana daba lugar a que un pequeño grupo de comerciante dispusiera sobre la banqueta tenderetes a modo de puestos par ofrecer su mercancía.
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Podrías encontrar un poco de todo, desde bisutería de elaboración artesanal, alguna que otra joya en gastados discos de acetato, ejemplares de revistas y libros tan antiguos, que era casi imposible de conseguirlos con distribuidores oficiales (obvio, antes del boom de ebay y amazon), objetos ornamentales de las más diversas épocas, hasta incluso obras frescas de nuevos artistas.
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La afluencia en el lugar fue incrementando, hubo quienes de repente se aparecían para realizar presentaciones musicales improvisadas, o representaciones de teatro callejero, todo, hasta ese momento sin alterar el particular ambiente relajado con olor a trueque e incienso que el mundamente llamado bazar de los hippies ofrecía.
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Pero oh sorpresa, el fin de semana pasado, después de tener tal vez un par de meses sin acudir, al llegar vimos un espectáculo digno de un tianguis o de un pasillo de la fiesta popular que más les guste. No tengo absolutamente nada en contra de los tianguis (claro que he ido a ellos), y si bien la calle es libre y cada quien tiene derecho a vender lo que se le antoje, hay cuestiones que no encajan.
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Entonces de repente nos encontramos en el centro de una romería que se arremolinaba entre puestos de pasteles, mesas a reventar de pulseritas y demás artículos con el emblemático Jack Skelleton (bola de pubertos, ya supérenlo), mientras el olor a noche se mezclaba con el humo ocasionado un grupo de señoras friendo antojitos mexicanos.
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Y no me las estoy dando de snob, es sólo que no entiendo el afán de derrocar su esencia sencilla y llevarla al nivel de kermesse de pueblo (sin la intención de ofender), y buscar un pretexto estúpido para abusar y no respetar el hecho de que cada cosa tiene su lugar. He dicho.

7 comentarios:

Switch! dijo...

no ps si, que chafa, estaba mucho mejor antes, está en ti cambiarlo jajaja ntc.

Extraño ese tipo de parques, allá en Torreón tb solía visitar uno muy similar.

memoGastelum dijo...

queeee, hace meses que no paso por ahi por jardines, recuerdo q a mi novia le gustaba ir.. i todo trankis aca.. neta que se pasan osea...JARDINES DEL VALLE, al rato la calle del rol de los pinos sera miercoles de sobreruedas no mames...
salu2!

Marcos Legaspi dijo...

el peny me dijo que se los encontró

serafo dijo...

sin duda, en ocasiones los lugares que nos agradana cambian, malformados y alterados son.

suerte que no he ido a mi tierra pero "imaginome" abran hecho más casas y/o lugares de entretenimiento, playas y arrecifes arrasados para la economía local, malditos sean!

esperemos que no muchos espacios abiertos sean "invadidos", soñemos por lo sencillo, lo práctico, lo "bonito"

Lodi dijo...

Nunca he ido al parque de los hippies...

Y no pretendo ofenderme con lo del chinito ¬¬

Unknown dijo...

Y por si fuera poco, la gente viste de amarillo.

Unknown dijo...

Me llenaste de nostalgia.
Antigua (muy antigua) habitante de Jadines del Valle.