Oda a mi misma

Titubeo al empezar a esciribir. Paradójicamente, necesito estar en silencio y a solas, para postear algo que potencialmente estará al alcance de millones de personas, aunque sabemos que la lista de lectores no pasará de diez o doce. Realmente no extraño la época en la que el conteo de visitantes parecía crecer exponencialmente, tampoco me hacen falta los que comentan en un patético intento por ganar adeptos a sus mundanas bitácoras.

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Tampoco extraño el escribir bien. Francamente "el extrañar" no es algo que se me de. No paso las horas remembrando personas y situaciones de ninguna índole. Me adapto con facilidad al presente, sin la necesidad de anclarme al pasado; me doy cuenta de que echaba algo de menos, hasta el momento de volver a vivirlo y sentir la manera en la que me complementa.

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Los recuerdos son engañosos, como los espejos y la planeación del futuro. Repetir mental o verbalmente una y otra vez la manera en la que sucedió/sucederá algo, acaba por convertirse más real que el hecho mismo.

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Entre más pasa el tiempo, menos pienso en el futuro, conforme pasan los días lo siento más cercano, más mío, a punto de revelarme no se que cosa, por eso pienso en él menos, porque ya no vale imaginarse nada, el intento de adivinar resultaría tardío, porque ya está aquí, cerquita.

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Tengo veintiséis años y sigo siendo la de los veinte. A veces creo que es mi apariencia, notablemente más joven, es la que afianza el sentirme así. No me molesta cuando tratan de asustarme con la idea de que estoy cerca de los treinta, o que se desilucionen porque no estoy casada ni tengo planes hacerlo, a mi me da risa la cara con la que me ven y dicen -ay, pero tan bonita, cómo no te vas a querer casar- como si fuera un desperdicio, y al ser la esposa de acabara por convertirme en alguien.

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A veces dudo que me vea menor, tal vez es así como debemos vernos los que estamos en los late twenties. No se quien diría que los treinta es el límite del que jamás pasará la juventud, y que todo son arrugas, canas, hijos, deudas y sacrificios, pero la idea parece haber sido excelentemente comprada, los que se escapan, son los menos. Y no veo al matrimonio de forma derrotista, hay familias jóvenes y hermosas que puedes adorar con sólo verlas, es sólo que creo que el ideal de felicidad, en el fondo es más complejo que eso.

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Tengo veintiséis años y a veces creo tener veintiocho.

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Dicen que nunca se es suficientemente delgado ni suficientemente rico, yo agregaría que tampoco nunca se tiene suficiente tiempo libre. El problema de la suficiencia me provoca el más terrible estrés. Me da mayor pavor el tener poco, moderado e incluso mucho, sabiendo que hay más, que el no tener en absoluto. Por eso pierdo el tiempo y el dinero en muchas tonterías, porque creo que empezar a invertirlo en algo bueno será causa perdida al acabarse los insumos a medio camino. Nunca tengo suficiente porque aún no se en qué busco gastarlo, ¿suficiente para qué? Hoy podría ser uno de esos días.