I rather die than fade away

La siguiente historia tal vez no tenga mucho sentido o no sea interesante. No obstante tengo ganas de compartirla.

Si algo puedo recordar con exactitud, es el que me hayan enseñado que nada, absolutamente nada es imposible, por muy absurdo o inalcanzable que algo parezca, siempre es posible obtenerlo.

Hace algunos años, conocí a una persona que por alguna razón resultó ser agradable para mí, pese a que había circunstancias que impedían que estuviéramos cerca, fue algo que finalmente sucedió.

Al principio todo era prácticamente perfecto, y eso asustaba, el hecho de estar con una persona y que borre los sentimientos de tristeza y enojo que pudieran existir por el resto de las cosas que acontecen en tu vida, no obstante supuse que cuando realmente estás en la misma sintonía con alguien, las cosas no tienen por que ser de otro modo.

Con el tiempo todo cambió, más yo no quería darme cuenta, empezaron a haber pequeños detalles que fueron paulatinamente creciendo tornando la relación muy difícil, y en mi afán por querer pretender que todo estaba bien, no me di cuenta de que estaba perdiendo a la persona más importante, yo.

Me aferré erróneamente a la idea de que si todo había estado bien, si todo había funcionado, podía seguir funcionando, tenía que seguir funcionando, porque cuando deseas algo es posible conseguirlo.

Mi mejor amigo siempre me recuerda la frase I rather die than fade away, yo creía en eso, yo sigo creyendo, y es válido tirarse a matar por realizar un sueño, como es tan válido y sabio que los deseos cambien mientras crecemos, mientras aprendemos, mientras avanzamos.

Tal vez lo que nos falta, es seguir creyendo en nosotros mismos y en que somos capaces de lograr todo, pero más que nada, darnos el tiempo de pensar si aquello por lo que estamos luchando es algo que todavía deseamos, algo que verdaderamente necesitamos...