De sentirse libre como aquel momento en el que decidí pisar el acelarador y saber que no había ni habría marcha atrás nunca jamás. De la noche en que esas letras se acomodaron para escrir una canción y no permitir que las notas volvieran a sonar iguales.
De cuando se cayeron los canales y las palabras se sostuvieron en el aire, para ser tomadas por los labios de los transeúntes curiosos y ser repetidas hasta que sus ojos perdieran todo sentido.
De las millones de veces que me reí deseando que sucediera y de los diez mil enojos y estrellas que se cayeron disparadas por el fuego de cada lágrima.
De lo mucho que disfruto los dolores de cabeza y el intenso frío que me provoca verte y escucharte. De todas las tonterías enmarcadas por un -maldita sea, qué demonios-, cada vez que nos volvemos invisibles.
De lo nociva que es mi voz y su embriagante efecto en quienes no me permito ver. De lo egoista que son mis sentimientos y los agujeros causados por esas no miradas.
De no importarme si será conocido, mientras se decore con todos los sentidos. De descubrir que el silencio sabe a chocolate.
Como si no supiéramos quienes somos.
1 comentario:
Tenia que ser un delicioso 23!!
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