Es que si no anduviera contigo, estaría ahorita en mi casa viendo tele. Lo he dicho ya algunas veces, suficientes para que empezaras a dudar si eso significa que me vida sin tí sería muy aburrida, o que eres tan aburrido que preferiría estar en mi casa viendo tele. Cuando en efecto, ambas cosas distan de la realidad.
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Y hoy, sorpresiva, más no clandestinamente frente a la laptop, mis insipientes aspiraciones de escritora que alguna vez se desbordaron sobre la pluma, jamás ante el monitor, sienten el deseo de albergarse entre la esponjosa cobija color menta y los pequeños copos de dulce que me observan desde la cocina.
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Pero ese no es el punto, al menos no esta noche. O tal vez sí. Y el sabor del ajo y el color de la sandía fue un vano pretexto para simular una felicidad que me llevara a desvestirme de verde y pretender que puedo ser normal ahora que no estás. Pero no es así, y nunca lo será; no cuando necesite tres vueltas para describir este momento.
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Y hoy, sorpresiva, más no clandestinamente frente a la laptop, mis insipientes aspiraciones de escritora que alguna vez se desbordaron sobre la pluma, jamás ante el monitor, sienten el deseo de albergarse entre la esponjosa cobija color menta y los pequeños copos de dulce que me observan desde la cocina.
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Pero ese no es el punto, al menos no esta noche. O tal vez sí. Y el sabor del ajo y el color de la sandía fue un vano pretexto para simular una felicidad que me llevara a desvestirme de verde y pretender que puedo ser normal ahora que no estás. Pero no es así, y nunca lo será; no cuando necesite tres vueltas para describir este momento.
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En verdad espero que a esos mecánicos no se les ocurra empezar a leer libros. Y no, aquí no está la clave oculta que gusta de producir berrinches.
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