My clothes makes me miserable*

Esta madrugada regresé de la hermosa lluvia del DF para encontrarme con la hermosa lluvia de mi mal amada Mexicali (I ♥ Rainy Days), y toparme además con algo que me había pasado en algún tiempo.

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Les presento a mi hombro derecho.

No, aunque falto de raiting, este blog no piensa cambiar de giro, así es que no esperen encontrar más fotos in the nude.
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Prácticamente me remonté al pasado, al despertar y descubrir mi hombro lleno de sangre molida. Durante toda la primaria y secundaria, gracias al peso del montón de inútiles escolares, específicamente al bonche de libreras universitarias (porque un niño bien no puede aprender con un cuaderno cualquiera), mantuve por años y años ambos hombros con marcas de sangre molida, que a duras pena desaparecían durante las vacaciones.
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Por supuesto hablo de la época en la que las mochilas con rueditas eran artículos finos casi casi de colección, y después de todo, algo muy mal visto, considerando que el niño se hace más flojo al no querer cargar su mochila (nótese que el que dijo esto no fue al Corregidora).
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Ya después de adolescente (ew), los problemas fueron otros. Alguien de mi calibre no puede conseguir ropa interior adecuada en una tienda departamental como cualquier mortal, porque aunque exista la talla, no es un secreto ni para Victoria que no se fabrican con las especificaciones requeridas para una persona que necesita sostener y distribuir más peso (sube raiting sube).
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Así es que durante muchos muchos otros años, la sangre molida fue mi compañera hasta que me presentaron una maravillosa tienda, con una adorable señora que te obliga a comprar la prenda que te queda a la perfección y no te deja salir de ahí con algo que no sea el ideal para las necesidades de tu cuerpo.
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Ahora sólo falta encontrar un repuesto de piel adecuado para las necesidades de mi trabajo, quien dijo que ser programador no es trabajo rudo, cause this morning it fucking hurts.

* Quoting Lovely Sara